Por la Dra. Omaira González Martín.
(Incluido en los textos de Lecturas Científicas 2019-2020 del Gobierno de Michoacán para estudiantes de más de 16 años)
Pie de Figura: Ilustración que representa la Guerra Fría entre EE. UU. (izquierda) y URSS (derecha) con la llegada del hombre a la luna (centro). Crédito: Omaira González Martín.
El ser humano se caracteriza principalmente por la búsqueda de respuestas y la necesidad de alcanzar hitos nunca alcanzados. Eso nos impulsa a hace barbaridades como las que les voy a relatar aquí sobre la carrera espacial.
No puedo hablarles de la carrera espacial sin comenzar por comentar acerca del contexto histórico donde se desarrolló. Para ello hay que remontarnos a la Segunda Guerra Mundial (1939-1945). Este es el conflicto armado global por excelencia; solamente nueve países se mantuvieron neutrales en todo el mundo. Las dos bandos enfrentados eran los aliados y la potencias del eje que destinaron toda su capacidad económica, militar y científica al servicio de la guerra. Se calcula que al menos murieron 60 millones de personas. Comenzó como una lucha de los aliados contra la invasión de Europa por Alemania tras la ocupación de Polonia y terminó en Asia tras los bombardeos de Hiroshima y Nagasaki.
La Segunda Guerra Mundial alzó como potencias ganadoras a la Unión Soviética (URSS) y los Estados Unidos de América (EE. UU.). Sin embargo, rápidamente se convirtieron en rivales debido a las diferencias políticas, estableciéndose la denominada Guerra Fría, que se prolongó décadas. Ninguno se fiaba del otro porque ambos eran las potencias mundiales en armamento. Esta desconfianza les hizo producir aún más armas para intentar superar en potencia destructora al oponente.
En el fondo se trataba de una lucha no armada por imponer el modelo político y económico que gobernaría al mundo: el capitalismo de EE. UU. o el comunismo de la URSS. Ambas potencias ya habían conquistado el mundo. Entonces, ¿cómo demostrar qué potencia era mejor? La respuesta es sencilla y aterradora a partes iguales: conquistarían el espacio. Es el comienzo de la carrera espacial.
La URSS comenzó la conquista del espacio con el satélite Sputnik I (1957), que fue el primer artefacto humano capaz de orbitar en torno a la Tierra. Al final del mismo año lanzan Sputnik II, que es posiblemente su misión más famosa por llevar a bordo a la perrita Laika. En realidad Laika se llamaba Kudriavka (o “pequeña de pelo rizado”). Laika (“labrador” en ruso) era realmente su raza. Nunca se pretendió que Kudriavka regresara aunque sí que viviera unos días. Sin embargo, vivió entre 5 y 7 horas, hecho que se mantuvo oculto hasta 2003. Murió por las altas temperaturas y por el ataque de pánico que le produjo el despegue (triplicando sus pulsaciones). Se han recreado imágenes de la perra durante el lanzamiento pero en realidad estas imágenes son de otros perros puestos en órbita después. Aunque es una barbaridad mandar animales al espacio, este hecho fue repetido por los EE. UU. en múltiples ocasiones utilizando monos. Como muestra del poderío de la URSS, desde la decisión de construir Sputnik II hasta su lanzamiento pasaron únicamente 4 semanas.
Son los pequeños detalles los que desencadenan una batalla. Cuando los científicos de la URSS compartieron información sobre las primeras Sputnik, dijeron que la primera pesaba unos 80 kg mientras que la segunda pesaba unas seis veces más. Resultó ser una confusión al reportar el peso solo de la cápsula de Sputnik I mientras que en la Sputnik II reportaron también el peso de las partes que se perdían durante el lanzamiento. Esta diferencia de peso hizo pensar a EE. UU. que tenían una tecnología mucho más avanzada de lo que confesaban. Por supuesto pensaron que estaban armándose para declararles la guerra.
EE. UU. comenzó el programa Apolo de la Agencia Espacial Americana (NASA) en 1960. Entre 1960 y 1972 construyeron la friolera de 17 misiones espaciales. Apolo I no llegó a despegar. Las prisas eran evidentes y peligrosas. A pesar de estas prisas, el siguiente gran hito de la humanidad corrió a cuenta de la URSS nuevamente. Fueron los primeros en poner en órbita a un humano mediante la tripulación de Yuri Gagarin de la nave Vostok I (1961). La reacción de EE. UU. no se hizo esperar. Kennedy dio el pistoletazo de salida cuando aseguró pocos días después que EE. UU. sería el primer país en poner un hombre en la Luna y traerlo a salvo. Además prometía hacerlo antes del final de los sesenta. La NASA consiguió poner en órbita a un ser humano en 1968, siete años después que la URSS. Para entonces ya la URSS había situado un robot en la superficie lunar hacía dos años, convirtiéndose en los primeros en llegar a la Luna. La carrera parecía del lado comunista de la URSS. Sin embargo, para sorpresa de la URSS, en 1969 Neil Armstrong y Edwin Aldrin se convirtieron en los primeros humanos en caminar sobre otro cuerpo celeste a bordo del Apolo 11. La guerra por el espacio terminó poco después cuando los soviéticos cancelaron su programa lunar. Aún dio tiempo de lanzar Apolo 13, una de las misiones más cinematográficas debido a que una explosión en un tanque de oxígeno obligó a la NASA a agudizar el ingenio para traer a la tripulación a salvo a la Tierra.
Se preguntarán qué queda de todo aquello. La guerra fría dejó como sistema económico y social el capitalismo. La NASA se convirtió en el estandarte y orgullo de los EE. UU., uniendo a los estadounidenses en un logro común que les ilusionaba. Esto afianzó a EE. UU. como primera potencia mundial en conocimiento del espacio gracias al apoyo incondicional del pueblo a la NASA. Puso los cimientos de las telecomunicaciones satelitales que conocemos. Finalmente, fue decisivo para construir la estación espacial y múltiples satélites astronómicos con los que hemos hecho numerosos avances científicos. En definitiva podemos decir sin equivocarnos que seríamos otra humanidad sin esa década de locura espacial.